Escapadas moteras: la Axarquia malagueña

Escapadas moteras: la Axarquía malagueña. Azul del mar, blanco de
las poblaciones, verdes, marrones y ocres sobre el suelo y ante
nuestros ojos.

Al pasar aquella curva se abrió un paisaje espectacular. Las laderas
de los montes del parque natural, alfombradas de verde intenso, se
derramaban sobre el mar, allá en lo hondo. El blanco níveo de los
núcleos urbanos refulgía al sol de invierno entre olivos, naranjos y
vides, mientras el aire, frío y puro, llenaba los pulmones de
fragancia de monte y mar. Estamos en la Axarquía interior.

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Hoy recorreremos en nuestra moto el oriente de Málaga. Una zona
protegida desde el norte por sierras declaradas parques naturales.

Virando y revirando, atravesamos grandes espacios naturales de
sierra, montes, laderas, tajos, etc., mientras disfrutamos del
magnífico patrimonio artístico y hacemos hueco a la fantástica
oferta gastronómica. Sus pueblos conforman lugares pintorescos que
han sabido guardar, en un paraje de luz y color, la belleza de sus
calles y plazas, sus monumentos y fiestas populares. El primero que
visitamos hoy es Torrox.

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Desde la capital, y abandonando la autovía que nos traía, tomamos la
dirección hacia Torrox, dejando Torrox Costa a la derecha.

Ascendemos por la falda de las colinas durante cuatro kilómetros,
entre cultivos abancalados, mientras contemplamos el radiante pueblo
arracimado, cuyas casas parecen superponerse.

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El núcleo urbano de Torrox, en sí, es todo un monumento. Su
arquitectura urbana, de raíz árabe, sorprende por sus callejuelas
estrechas y empinadas, con numerosos escalones. Plazas y rincones
donde la luz, la cal y la maceta tienen su protagonismo. La plaza de
la Constitución ofrece un singular conjunto de bustos romanos en los
remates de los aleros de sus edificios, y en ella se ubica la
imponente mole de la iglesia parroquial.

Rumbo a Competa

Tras degustar una tapita en dicha plaza, ponemos rumbo a Cómpeta.

La carretera ya nos avisa, en los primeros centenares de metros, de
lo que nos espera en el resto de la jornada.

Su asfalto se estrecha y retuerce, atravesando la naturaleza
montañosa, en la que pueblos y casas de labor salpican el paisaje,
llenándolo de vida. Una vida que crece en cultivos hundidos en
angostos valles, asciende por laderas y se solea en los paseros.

Es una gozada disfrutar de la moto curveando por esta zona,
aprovechando el buen clima, una carretera apenas transitada -al
menos, en esta época- y el regalo que supone el entorno a la vista.
La carretera de la que disfrutamos hoy se hizo a pico y pala en los
años veinte, y la multitud de curvas se debe a la precariedad de los
medios utilizados.

En pocos minutos, cuando apenas nos empezamos a relamer con la
travesía, llegamos a Cómpeta.

A punto de llegar, desde una de las curvas de la carretera, se tiene
una sorprendente panorámica del conjunto. Lo primero que atrae la
atención es el blanco de las fachadas de sus casas, que contrasta
con el azul del cielo. Desde el mirador pueden apreciarse los
distintos desniveles de las construcciones características en un
pueblo serrano, así como sus callejuelas y rincones cuajados de
flores y plantas.

Desde tiempos romanos, Cómpeta se ha dedicado al cultivo de la vid,
el olivo y la higuera, como también al de la morera para la cría de
gusanos de seda. Tras la derrota de los moriscos, los colonos
exportaron pasas y el célebre vino que ha hecho famoso a este pueblo.

Pasear por Cómpeta es una delicia, y si le dedicas tiempo a caminar,
no te vayas sin probar el destilado moscatel que encontrarás en las
tabernas competeñas, ya que, en poca cantidad, endulza sin enturbiar
la mente y calienta el espíritu.

De nuevo sobre la moto, vamos a darnos otro festín de curvas, camino
de Canillas de Albaida.

La carretera sigue ascendiendo por la ladera de la sierra, haciendo
las calles de los pueblos cada vez más inclinadas y estrechas, lo
que refleja fielmente el terreno que conquistan.

El núcleo de población de Canillas de Albaida es de procedencia
islámica. Albaida, en árabe, significa 'blanca'. El pueblo, pequeño,
es en sí todo un espectáculo, con su laberinto de callejones que se
enredan a distintos niveles, y está rodeado de una vegetación rica
en pinos, monte bajo y alcornoques. De pronto, una acequia da vida a
unos bancales cubiertos de árboles frutales, naranjos, limoneros,
albaricoques, higueras y chumberas. En Canillas destacan la iglesia,
el ayuntamiento, y a las afueras, el paraje de Las Cuestas, calzada
serpenteante de origen árabe, con firme de piedra, así como el
puente, también de piedra, que une las márgenes de los ríos Cájules
y Turvilla.

Desde Canillas, por una antigua pista de tierra hoy asfaltada pero
con fuerte pendiente, descendemos hacia un pequeño pueblo de
innegables raíces moriscas. Lo que bien pudo ser una alquería
poblada por artesanos, buhoneros, comerciantes, etc., nos ha legado
la impronta mudéjar en su principal monumento. Llegamos a Archez
para visitar la torre alminar de la iglesia de Ntra. Sra. de la
Encarnación.

Preciosa esta ruta de la Axarquia malagueña que he hecho algunas veces. Carreteras plagadas de curvas, preciosos paisajes y pueblos blancos llenos de historia que aparecen como manchas blancas en el paisaje. Buen comer y buen beber, para darle una alegria al cuerpo y reponer fuerzas. Muy recomendable para todos aquellos que querais conocer los recovecos de la provincia de Malaga.

VVVVV´ssssss [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Pues la verdad que tiene una pinta impresionante, a ver si hay algún finde que tenga algo de tiempo y me dejo guiar por tu redacción.

V'ssssssss

King, estás hecho un literato.
No veas cómo se me han puesto los colmillos de largo... dos marcas en el suelo, tito.
Por cierto que una 2ª kedada (después de la de Asturias, eh) bien podría ser por esas tierras andaluzas. Cádiz y Huelva, por las sierras, también son un tesoro que, hace algún tiempo llegué a vislumbrar (aunque sin moto).
¡a por ello!
V'ssssssssssss.